Flessum de rodilla: explicación, causas y alivio para recuperar la movilidad articular

La rodilla es una articulación fundamental para la movilidad cotidiana, permitiendo caminar, correr, subir escaleras y realizar innumerables actividades. Sin embargo, cuando esta articulación pierde su capacidad de extensión completa, la calidad de vida puede verse seriamente comprometida. En el ámbito de la fisioterapia, esta limitación se conoce como flessum de rodilla o genu flexum, una condición que afecta la biomecánica del cuerpo y puede generar complicaciones a largo plazo si no se aborda adecuadamente.

¿Qué es el flessum de rodilla y cómo afecta la movilidad?

Definición y características del flessum de rodilla

El flessum de rodilla, también conocido como genu flexum o flexo de rodilla, se define como una limitación de la extensión de la rodilla que puede ser transitoria o permanente. En condiciones normales, la rodilla debe poder extenderse completamente hasta alcanzar un rango entre cero y menos cinco grados en mujeres, según los parámetros establecidos en evaluaciones clínicas. Cuando esta capacidad se ve comprometida, la rodilla permanece en una posición de flexión constante, impidiendo que la pierna se enderece por completo. Esta condición se caracteriza por la rigidez articular, que puede acompañarse de dolor en la parte frontal o trasera de la rodilla, hinchazón y sensación de calor en la zona afectada. Además, es común que los pacientes experimenten chasquidos o crujidos al intentar mover la articulación, lo cual refleja cambios estructurales o inflamatorios en los tejidos circundantes.

Impacto del flessum en la marcha y actividades diarias

La presencia de un flessum de rodilla tiene consecuencias directas sobre la forma de caminar y las actividades cotidianas. La limitación en la extensión completa de la pierna provoca movimientos anormales durante la marcha, obligando al cuerpo a compensar con otras estructuras y articulaciones. Esta compensación genera fatiga muscular prematura, especialmente en los músculos del muslo y la cadera, que deben trabajar en exceso para mantener el equilibrio y la estabilidad. La rigidez articular se acentúa especialmente después de periodos de inactividad, como al levantarse por la mañana o tras estar sentado durante mucho tiempo. La dificultad para extender completamente la pierna no solo afecta la marcha, sino también acciones tan simples como ponerse de pie desde una silla, subir escaleras o incluso conducir. El desequilibrio postural resultante incrementa el riesgo de lesiones en otras zonas del cuerpo, ya que la columna vertebral, la cadera y el tobillo del lado afectado deben asumir cargas inadecuadas para compensar la limitación de movimiento.

Causas principales que provocan el flessum de rodilla

Factores traumáticos y postquirúrgicos del flessum

Entre las causas más frecuentes del flessum de rodilla se encuentran los traumatismos y las intervenciones quirúrgicas. Las lesiones deportivas, fracturas, esguinces y desgarros musculares pueden desencadenar un proceso inflamatorio que, si no se maneja correctamente, conduce a la rigidez articular. Las cirugías de rodilla, como la colocación de prótesis de rodilla o la reconstrucción del ligamento cruzado anterior, también pueden derivar en una limitación de la extensión si la rehabilitación posterior no es óptima. La inmovilización prolongada, necesaria en muchos casos de fractura o postoperatorio, favorece el acortamiento de los tejidos blandos y la pérdida de flexibilidad articular. Además, una mala posición de la cadera durante el reposo o la recuperación puede influir negativamente en la biomecánica de la rodilla, perpetuando la limitación del movimiento. Los traumatismos que afectan directamente la cápsula articular o los ligamentos también pueden generar adherencias que restringen el rango de extensión.

Patologías degenerativas y neuromusculares asociadas

Las enfermedades articulares degenerativas son otra causa importante del flessum de rodilla. La artrosis y la artritis generan cambios estructurales en el cartílago y los tejidos blandos de la articulación, provocando rigidez y dolor que dificultan la extensión completa. En estos casos, la inflamación crónica y el desgaste articular crean un círculo vicioso en el que el dolor limita el movimiento, y la falta de movilidad acelera el deterioro articular. Por otro lado, las patologías neuromusculares, como la espasticidad derivada de un ictus o enfermedades neurológicas, pueden provocar un acortamiento permanente de los músculos flexores de la rodilla, especialmente los isquiotibiales. Estos músculos, que incluyen el semitendinoso, el semimembranoso y el bíceps femoral, cuando se encuentran acortados, mantienen la rodilla en flexión constante. Asimismo, las dismetrías en los miembros inferiores, donde una pierna es más corta que la otra, pueden generar adaptaciones posturales que favorecen el desarrollo del flessum. Las posturas prolongadas, ya sea sentado o de pie, también contribuyen a la rigidez articular cuando no se realizan pausas activas o cambios de posición.

Síntomas y diagnóstico del flessum de rodilla

Signos clínicos que indican flessum de rodilla

Los síntomas del flessum de rodilla son variados y pueden manifestarse con diferente intensidad según la causa y el grado de limitación. El dolor en la rodilla es uno de los signos más comunes, pudiendo localizarse tanto en la parte frontal como en la trasera de la articulación. Este dolor suele intensificarse al intentar realizar actividades que requieren la extensión completa de la pierna. La rigidez articular es otro síntoma característico, especialmente notable después de periodos de inactividad, lo que dificulta iniciar el movimiento. La hinchazón o sensación de calor en la rodilla indica la presencia de inflamación, que puede estar relacionada con un proceso activo de lesión o degeneración. Los chasquidos y crujidos al mover la articulación, conocidos técnicamente como crepitación, sugieren cambios en la superficie articular o la presencia de adherencias. La dificultad para extender completamente la pierna es el signo distintivo del flessum, y puede acompañarse de una sensación de tensión en la parte posterior de la rodilla y el muslo, especialmente en la región de los isquiotibiales.

Evaluación médica y pruebas diagnósticas necesarias

El diagnóstico del flessum de rodilla comienza con una evaluación clínica exhaustiva por parte de un profesional de la salud, como un fisioterapeuta o un médico especialista en traumatología. La medición del rango de extensión de la rodilla es fundamental, ya que permite cuantificar el grado de limitación. Este proceso incluye la valoración del ángulo poplíteo, que normalmente debe permitir una extensión cercana a los cero grados. Las pruebas de flexibilidad muscular, especialmente de los isquiotibiales y el músculo poplíteo, ayudan a identificar los tejidos acortados que contribuyen a la restricción del movimiento. En algunos casos, se realizan estudios de imagen como radiografías, resonancias magnéticas o ecografías para descartar lesiones estructurales, fracturas mal consolidadas, problemas ligamentarios o daños en el cartílago. La evaluación funcional de la marcha y la postura también proporciona información valiosa sobre cómo el flessum afecta la biomecánica general del cuerpo. En pacientes con antecedentes neurológicos, se puede realizar una valoración específica de la espasticidad y el tono muscular para determinar el componente neuromuscular de la limitación.

Tratamientos y ejercicios para aliviar el flessum de rodilla

Terapia física y ejercicios de estiramiento específicos

La rehabilitación a través de la fisioterapia es el pilar fundamental en el tratamiento del flessum de rodilla. Los ejercicios terapéuticos diseñados específicamente para mejorar la extensión de la rodilla incluyen estiramientos de los isquiotibiales, que buscan aumentar la flexibilidad de estos músculos acortados. Los estiramientos de gemelos y del músculo poplíteo también son esenciales, ya que estos músculos contribuyen a mantener la rodilla en flexión cuando están tensos. Las movilizaciones manuales realizadas por un fisioterapeuta especializado ayudan a recuperar el rango de movimiento articular, trabajando sobre las adherencias y la rigidez capsular. El fortalecimiento del cuádriceps es igualmente importante, ya que este grupo muscular, que tiende a estar alargado y debilitado en presencia de flessum, debe recuperar su fuerza para estabilizar la rodilla en extensión. Las flexiones de cadera y los ejercicios de extensión de rodilla progresivos permiten mejorar la funcionalidad global de la extremidad. La terapia fascial puede ser beneficiosa para trabajar sobre las restricciones del tejido conectivo que limitan el movimiento. Además, técnicas como el kinesiotaping, que consiste en la aplicación de vendajes neuromusculares, pueden ayudar a mantener la rodilla en una posición más extendida y facilitar la corrección postural. Los buenos hábitos posturales, como mantener la espalda recta y los pies apoyados al sentarse, junto con la práctica regular de actividad física adaptada, como pilates para embarazadas y postparto o ejercicios de suelo pélvico, contribuyen a la prevención y el manejo del flessum.

Opciones quirúrgicas y tratamientos complementarios

En casos graves de flessum de rodilla, cuando el tratamiento conservador no logra resultados satisfactorios, puede ser necesario considerar opciones quirúrgicas. La tenotomía de isquiotibiales es un procedimiento que se realiza especialmente en niños con limitaciones severas, buscando disminuir el ángulo poplíteo hasta un máximo de treinta grados y permitir una mayor extensión de la rodilla. Esta intervención debe ir siempre acompañada de un programa intensivo de rehabilitación postoperatoria para asegurar la recuperación funcional. En adultos, otras técnicas quirúrgicas pueden incluir la liberación capsular, la corrección de deformidades óseas o la revisión de prótesis en casos donde la limitación se debe a una colocación inadecuada. Los tratamientos complementarios, como la osteopatía y la tecarterapia, pueden mejorar la circulación, reducir la inflamación y acelerar el proceso de recuperación de los tejidos. La fisioterapia estética, aunque menos relacionada directamente con el flessum, puede ayudar en el manejo del edema y la mejora del aspecto de la piel en la zona afectada. Es fundamental que cualquier tratamiento sea supervisado por profesionales cualificados, como los fisioterapeutas de centros especializados como Hende Fisioterapia, donde expertos como Clara Martínez, directora y fisioterapeuta con amplia experiencia en terapia fascial y tratamiento de la articulación temporomandibular, ofrecen una atención integral y personalizada. La prevención de lesiones mediante el mantenimiento de las rodillas activas y fuertes, con ejercicios de fortalecimiento y actividad física regular, es esencial para evitar la aparición o recurrencia del flessum de rodilla.


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